ALTURA DURANTE LOS SIGLOS XIII Y XIV
El siguiente texto es una adaptación de un fragmento de la tesis doctoral de María
Mercè Costa, natural de Gerona y Doctora de Historia Medieval por la Universidad
Autónoma de Barcelona. Antes de leer el texto, vamos a describir a los personajes más
importantes de estos hechos:
Jaime II de Aragón: Conocido como el rey Jaime El Justo,
nació en Valencia en 1267 y falleció en Barcelona en 1327. Fue segundo hijo de Pedro III
y de su esposa Constanza II de Sicilia, de su padre heredó el reino de Sicilia en 1285.
Derrotó a su competidor Carlos de Anjou, cuyas fuerzas navales fueron deshechas en más
de un encuentro por el almirante aragonés Roger de Lauria. Conquistó Calabria y las
islas del golfo de Nápoles. En 1291 recibió también la Corona de Aragón, al morir sin
descendencia su hermano Alfonso III, y se alió con el rey de Castilla.
Infante Jaime: Nació el 29 de septiembre de 1296, siendo el hijo
primogénito del rey de Aragón, Jaime II el Justo, y de su segunda esposa,
Blanca de Nápoles. Por línea paterna era nieto del rey Pedro III el Grande y de su
esposa, Constanza de Sicilia. Por parte materna sus abuelos fueron el rey Carlos II de
Nápoles y de su esposa, María de Hungría. Renunció a la corona para poder retirarse a
un monasterio y falleció en Tarragona en el año1334.
Artal de Luna: Noble aragonés, abuelo de la reina María de Luna e hijo
de Lope Ferrench de Luna y Eva Ximénez de Urrea. Murió en Cerdeña en 1323. Fue durante
varias décadas señor de Segorbe, tras casarse con Constanza Pérez y heredar de su
suegro, Jaime Pérez el señorío de Segorbe.
Jaime II de Jérica: Nació en 1276 y hasta su fallecimiento en 1321,
gobernó el señorío de Jérica. Fue el único hijo de Jaime de Jérica y de Elsa
Álvarez de Azagra, hija de Álvaro Pérez de Azagra, señor de Albarracín, y de su
primera esposa, la infanta Inés de Navarra, hija del rey Teobaldo, que aportó una
importante dote al matrimonio, como Chelva.
Bernat de Cruïlles: Noble catalán, nació en 1285 y falleció en 1365
en Cataluña. Pasó gran parte de su juventud en Sicilia. Fue portavoz del procurador
general de Valencia, seleccionado personalmente por el infante Jaime, hijo de Jaime II de
Aragón.
Una vez conocidos los anteriores personajes, así comienza el texto:
Alrededor de la segunda mitad del siglo XIII, los términos vecinos de Segorbe y de Altura
tuvieron, como muchos otros, algunas diferencias por motivos de interés común. Durante
el año 1251, pocos años tras la ocupación de Segorbe por las tropas del rey Jaime I,
las dos localidades llegaron a un pacto, por el cual, establecían los límites de los dos
términos. También declaraban que las aguas que circulaban por encima de los dos
términos y que servían por regar sus respectivas tierras, correspondería a la comunidad
de Altura la primacía en aquella utilización; el agua sobrante seria para los de
Segorbe. En cambio, el 1256, los de Segorbe obtenían del rey la licencia para llevar a
pastar el ganado por los términos de su entorno, incluido el de Altura, mientras que en
Segorbe no permitían que entrara el ganado de otros lugares. Como estas, muchas otras
razones podían hacer que en un momento cualquiera saltara la chispa de las desavenencias,
que podían conducir a agresiones y luchas abiertas entre ambas partes.
Con el tiempo, las dos villas pasaron al poder de casas señoriales diversas. Segorbe fue
donada por el rey Pedro II a Jaime Pérez, y este la cedió después a su yerno Artal de
Luna. Por otra, parte, Altura había sido entregada a la casa de Jérica. Al empezar el
1313, Jaime de Jérica, nieto de rey Jaime I, tenía ciertas reclamaciones contra los de
Segorbe y reunía gente de su villa titular, Jérica, y también de Altura para ir a
Segorbe. El juez y jurados de Segorbe, reunidos en consejo, enviaron un procurador a
Bernat de Cruïlles, portavoz del procurador general de Valencia seleccionado por el
infante Jaime (primogénito del rey Jaume II). El procurador, Arnau de Aniort, firmó una
declaración ante el portavoz sobre las demandas del señor de Jérica. El mismo día, 19
de enero, Cruïlles escribió a Jérica y le ordenó en nombre del rey que desistiera del
mal que se proponía hacer y que si tenía alguna reclamación se presentara ante él para
solucionar el conflicto.
La naturaleza de estas posibles reclamaciones no esta totalmente clara, pero hay algún
indicio para poder explicarla. El 4 de febrero, el rey Jaime II ordenaba a Cruïlles que
fuera a Segorbe e investigara sobre una pelea que había habido entre aquella población y
unos moros de Altura, en la cual tres de estos murieron y también hubo multitud de
heridos. Los tres moros difuntos fueron Mahomet Peret y los hermanos Mahomet y Abdella
Alamir. Si bien ignoramos la fecha del conflicto, creemos que podría ser anterior al 19
de enero y habría motivado las iras de Jaime de Jérica. Cruïlles no podía hacer nada
más que insistir en convocarlo ante su presencia, pero él se limitó a reconocer el
hecho como público y notorio y no veía la necesidad de ir a Valencia para volver a
hablar del tema. Entonces Cruïlles pensó acortarle el camino y salió primero hacia
Morvedre y después hacía Segorbe, donde encontró a los habitantes llenos de miedo. Le
rogaron que hiciera lo posible para que Jérica les diera la seguridad de no hacerles
ningún mal, puesto que habían firmado una declaración al respecto. Lo que hizo
Cruïlles fue enviar una citación a Jaime de Jérica para encontrarse en un tramo
intermedio entre Jérica y Segorbe. Así fue, y Jaime de Jérica fue requerido a prestar
la seguridad solicitada. Jaime se reservó la respuesta hasta el día siguiente, el 21 de
febrero, pero sólo respondió que ni él ni sus vasallos tenían nada que decir contra
los de Segorbe por el hecho pasado y de la seguridad, no hablaba. Ante la insistencia de
los de Segorbe, Cruïlles, probablemente también enojado, se presentó en Jérica y
amenazó a Jaime con denunciarlo ante el rey Jaime II por desobediencia si no daba la
seguridad acordada, cosa que sucedió porque Jaime de Jérica hizo caso omiso.
El día 22 de febrero, después de comer, Cruïlles, que no sabía como resolver el
problema, salío de Segorbe hacia Valencia para aconsejarse y pensarlo mejor. A media
noche, en Torres Torres, le llegó una noticia preocupante. Las compañías de Jérica se
habían presentado aquella misma tarde en Segorbe y habían matado a ocho personas. Los de
Segorbe, desesperados, le pedían ayuda. Al llegar a Valencia, Cruïlles hizo publicar el
proceso de destierro y la apertura de un proceso contra Jaime de Jérica, acusado de
rebeldía. Además convocó las huestes, es decir, citó a los señoríos feudales de
todas las villas del reino de Valencia para ir contra él.
El miedo, que tras este segundo hecho había recluido a los hombres de Segorbe dentro sus
casas, de dónde no osaban salir, metió velocidad a Jaime de Jérica. De hecho, envió un
procurador a Bernat de Cruïlles para decirle que se disponía a prestar la seguridad
reclamada. CruïIles quería que fuera Jaime de Jérica, personalmente, quien se
presentara en Valencia. Mientras tanto, el mismo Cruïlles escribió al rey y le explicó
todo lo sucedido; el proceso podría continuar hasta la sentencia si los de Segorbe,
citados por él, iban y acusaban formalmente a Jaime de Jérica y sus compañías. En
citarlos, también les daba licencia por tomar hombres y bienes de los de Jérica y para
proceder contra los culpables de los homicidios.
Finalmente, Jaime de Jérica se preparaba para ir a Valencia pero una indisposición le
hizo aplazar el viaje hasta 1 de marzo. Cuando llegó, se dispuso a hacer lo que se le
requería, pero pedía a cambio recibir también una seguridad por parte de los de Segorbe
y que Cruïlles desistiera del proceso contra él. Este le respondió que no lo haría
hasta que Jaime de Jérica le asegurará que lo indemnizaría por los gastos causados en
la convocatoria de los señoríos feudales del reino y por los daños que los de Segorbe
reclamaran. Jaime acepto, y la noticia fue comunicada a Segorbe y las huestes fueron
anuladas.
Los de Segorbe no osaban tomar nada del señor de Jérica porque 80 hombres suyos a
caballo y 2.000 a pie seguían recorriendo el término y seguían con el miedo. Tampoco
querían reclamar nada y les parecía que no podían prestar la seguridad a Jaime de
Jérica sin licencia expresa del señor de la villa, es decir, Artal de Luna. No obstante,
enviaron a Bernat de Cruïlles un procurador, dispuestos a obedecerlo, si así hacía
falta. El procurador prestó la seguridad, mientras Jaime había vuelto ya a Jérica.
Cruïlles le envió un notario, el cual hubo de actuar solo porque ningún representante
de Segorbe quiso ir a Jérica con él.
Jaime de Jérica, el 12 de marzo, presto la tan esperada seguridad, no haría daño a los
de Segorbe, a menos que ellos le retaran. Con todo esto, el rey había informado de todos
los hechos a su hijo el infante Jaime, el cual reunió a sus consejeros en Zaragoza para
ver si era de razón que él obligara a Jaime de Jérica a entregarle a los culpables. En
caso afirmativo, iría a Valencia y procedería contra ellos. Cruïlles le envió el
proceso por orden del rey Jaime II y se mantuvo en espera de nuevas órdenes del rey o del
infante Jaime para sancionar a los malhechores.
El 27 de abril, el infante Jaime pidió a los de Segorbe que le enviaran los nombres de
los difuntos y los de los culpables. Así como los de quienes los encubrían y de los
lugares dónde se habían escondido; y que Ie enviaran algún informador, posiblemente un
familiar de alguno de los difuntos. Por otra parte, hizo estudiar el proceso por los
sabios de su consejo. Ellos consideraron que Bernat de Cruïlles había de haber
intervenido en Jérica cuando este se negó, en primer lugar, a dar la seguridad. Y cuando
recibió la noticia de los homicidios de Segorbe, debía de haber hecho un llamamiento y
haber procedido inmediatamente contra los culpables y los encubridores. Por lo que, el
infante Jaime procedería a juzgar a los Jérica, pero no podía hacer nada si los de
Segorbe no acusaban directamente a determinadas personas. Quién tenía ciertos proyectos,
relacionados con aquellos hechos, era Artal de Luna, el cual iba reuniendo gente para
actuar contra Jaime de Jérica. El infante Jaime intentó una y otra vez, sin demasiado
éxito, hacerle desistir de su cometido, por lo menos, hasta que él hubiera podido actuar
como le habían dicho sus consejeros en Zaragoza.
No tardaron los de Segorbe, tras pedir licencia a Artal de Luna, a enviar una lista de
nombres por medio de unos nuncios papales, entre los cuales iba Tomàs de Gudar, padre de
uno de los difuntos. Jaime de Jérica y algunos otros eran acusados de haber hecho guardia
mientras otro grupo, a caballo y a pie y a mano armada, había entrado en Segorbe y había
favorecido la brutal batalla.
Los más destacados del grupo eran:
Ennec Ortiz; Ximeno, hijo del difunto Ennec López de Heredia; Pascual López, halconero;
Sancho Navarro, adalid de Jaime de Jérica; Martín Pérez del Castellar, de Cedrillas;
Sancho Martínez de Ordués; Miguel Pérez de Arruás, lugarteniente del alcaide de
Altura; Juan Martínez Navarro; Pascual Ramo; Gil de Liorí; Juan Fernández de los Arcos;
Diego, hijo de Ferran Pérez de Reza; Juan Romeu; Garcia Pérez de Eixea y Domingo Andreu.
Una vez hecha la denuncia, el infante Jaime citó a Jaime de Jérica ante su presencia
dentro del plazo de treinta días, se lo comunicó todo al rey y emprendió el viaje de
Aragón hacía el reino de Valencia. Al llegar a Daroca, un escribano real le hizo saber
que el rey Jaime II lo había enviado para obligar a Artal de Luna a dejar de reunir
gente, pero Artal se había negado; hacía falta que el infante Jaime interviniera para
convencerlo. El infante dudaba porque quería antes de actuar dejar pasar los treinta
días de la citación. Algunos prelados y nobles aragoneses querían que regresara a
Zaragoza y así lo hizo, esperando que Artal de Luna, nuevamente citado, también iría y
llegarían a un acuerdo. Si bien Artal, por el momento, se excusó, conseguirían que se
reuniera con ellos a Alagón, villa cerca de Zaragoza y situada entre el río Ebro y el
Jalón, y finalmente Artal de Luna respondió que desistiría de su proyecto belicoso. El
rey Jaime II, que incluso había preparado un ejército para acabar con las intenciones de
Artal de Luna, acabo por tranquilizar al infante Jaime cuando le hizo saber que Artal
había de ir muy pronto a Lérida junto a él y esto haría que dejara del todo sus
conspiraciones hacía Jaime de Jérica.
Cabe destacar, que aunque todo parecía pacificarse, el infante Jaime marchó igualmente a
Valencia para resolver completamente el litigio entre Jaime de Jérica y el señorío de
Segorbe. Quedaba por zanjar solamente la cuestión de los culpables de homicidio, pero en
el último mes de marzo Jérica y Segorbe tenían otro pleito sobre la división de las
aguas para regar ambos términos, y es posible que todavía no estuviera resuelto. Se
presentaron un gran número de testigos de los homicidios y hubo que darles dos meses de
tiempo, hasta el 1 de septiembre. El rey pedía rapidez, porque quería que el infante
Jaime volviera a la corte, nada más acabar el asunto, y este se iba alargando. Al mismo
tiempo, aquel julio de 1313, llegó al infante Jaime la queja de los moros de Altura por
la invasión de los de Segorbe, el enero pasado, con el resultado de tres muertos. El
infante pidió a Segorbe unos síndicos para seguir la cuestión. Al agosto siguiente, el
infante Jaime enfermo de una fiebre terciana que lo retuvo todavía más en València.
Paralelamente al pleito entre Jérica y Segorbe, había otro conflicto en contra de
Segorbe promovido por el lugarteniente del alcaide de Altura. En efecto, este había
pedido al juez y jurados de Segorbe que prohibieran la entrada de sus habitantes al
término de Altura, a menos que lo debieran atravesar todo haciendo camino; que no fueran
para reclamar ninguna deuda, sino que encargaran, como procuradores, algunos de la misma
villa de Altura. Además, si tenían alguna herencia en Altura, no podían entrar a
Iabrar, sembrar o vendimiar, trabajos que encargarían a los procuradores; y los únicos
autorizados a entrar a la villa de Altura eran los mensajeros portadores de escritos
oficiales. Todo esto, el infante Jaime lo encontró absurdo e inconveniente, puesto que
las dos villas, en aquel momento, no tenían guerra declarada entre ellas. Por esto,
diplomáticamente, escribió a Jaime de Jérica y le ordenó que revocara aquella carta de
sus vasallos. El infante Jaime no pudo esperar al resultado de sus gestiones. Se había
ido restableciendo y hacía falta obedecer el mandato del rey Jaime II, que lo reclamaba
junto a él. Así, a primeros de septiembre encargo a Bernat de Cruïlles la continuación
y finalización de las causas entre Segorbe y Jaime de Jérica y entre Segorbe y Altura, y
se dispuso a marchar de Valencia.
Al cabo de un año, precisamente el 28 de julio de 1314, tuvo lugar el que parece el
último acto de todas estas cuestiones. Jaime de Jérica presentó al monarca un escrito
donde constaba que los familiares de los ocho difuntos de Segorbe, que habían denunciado
ante el infante Jaime a los que creían culpables de los homicidios, habían decidido
perdonarlos y también perdonar al mismo Jaime de Jérica, el principal acusado de todos.
Las razones eran diversas, en primer lugar, por evitar males mayores y escándalos, y
porque les parecía más útil el perdón que seguir con las acusaciones; y en segundo
lugar, para evitar también más gastos y trabajos innecesarios; y por último, para
obtener la benevolencia del rey Jaime II. Por lo tanto, el señor de Jérica no podía
hacer otra cosa que pedir al rey que hiciera lo mismo hacia él y hacía todos los
inculpados, y así obtuvo la indulgencia total.
Esta historia ha salido a la luz porque hemos creído de un gran interés el conocimiento
de una serie de hechos ocurridos antes de conseguir la Carta Puebla en 1327 por Altura y
por ser una de las primeras referencias históricas sobre el municipio. A parte de los
nombres que ya hemos mencionado de Altura, hemos encontrado los nombres de las ocho
víctimas de las luchas de Segorbe y de sus respectivos familiares que otorgaron el
perdón a los habitantes de Altura y del señorío de Jérica. Figuran en la siguiente
tabla:
Difuntos
Familiares
Domingo Gil de Calatayud Juan Gil de Calatayud, hermano, tutor de
Juanito, Garciola y Marcela. Hijos del difunto.
Pedro Martínez Esquerdo Salvador de Lusia, primo, tutor de Domingo,
Pedro y Sancha, hijos del difunto.
Pascual Pérez de Teruel María, mujer, madre de
la difunta Pascualita, hija y heredera del difunto.
Pedro Torredan Domingo Torredan, hermano, tutor
de Agatella y Juanita, hijas del difunto.
Bertrandet de Torre, hijo de Pere Pere de Alós, tío.
Domingo de Gudar Tomás de Gudar, padre.
Aparicio de Benafer Ramón de Benafer, padre.
Miguel de Ateca, hijo de Domenech Lorenzo de Ateca, hermano.
Bibliografía:
- V. GARCIA EDO, Segorbe en el siglo XIII, Segorbe 1987, p. 62.
- Archivo de la Corona de Aragón. Procesos en 4a, año 1313. Una gran parte de nuestras
noticias proceden de estos procesos.
Basado en la tesis doctoral de María Mercé Costa, experta en Historia Medieval por la
Universidad Autónoma de Barcelona. Desde el Ayuntamiento de Altura, hemos traducido el
texto referente a Altura, y lo hemos publicado en el Programa de Fiestas del Berro que se
celebran del 24 al 28 de marzo. (Técnico de Turismo, Ayuntamiento de Altura, Manuel Ten
Benavent)